miércoles, 16 de noviembre de 2011

Día 3



Tras haber dormido 8 horas en la cómoda cama de mi hogar por última vez, abrí una lata de conservas y me la comí  junto a la tranquila compañía de Pokito, necesitaba reponer fuerzas para el inicio de la aventura. Tras recoger la mesa, centré toda mi atención en hacer el equipaje. Seleccioné mi mejor mochila, una mochila de gran capacidad de color marrón que en tiempos anteriores usé para ir de acampada. Vacié su contenido, unas viejas y arrugadas hojas de periódico en forma de bolas que ayudaban a mantener  la forma de la bolsa. Cogí una de ellas y la estiré para curiosear la fecha del periódico, era de noviembre de 2011 y aun se podía leer la noticia “La crisis de los mercados eleva las primas de riesgo de Austria, Bélgica, Francia, España e Italia”.

-La crisis de los mercados, la bolsa, las primas de riesgo… aún recuerdo cuando escuchaba esas palabras en los telediarios, Pokito.-Dije arrugando la hoja de papel entre mis manos-. Y lo que nos preocupaba la bolsa, había siempre debates en la tele con supuestos expertos en la materia, ¡Ja! Si hubieran sido tan expertos se habían dado cuenta que la caída de la bolsa era un indicador de que el fin del mundo se acercaba y hubieran hecho algo para solucionarlo.

Metí un pantalón vaquero azul oscuro y un par de camisetas. En una de ellas había dibujado un smiley amarillo chillón con su famosa sonrisa y la otra era de color rosa oscuro con la frase “me encanta ir de compras” escrita en el centro en letras blancas. No eran las más adecuadas para la ocasión pero eran las únicas limpias y sin agujeros que tenía. También guardé una chaqueta para los días fríos, la última pastilla de jabón que me quedaba, un saco de dormir y toda la comida y bebida de mi despensa. Al terminar cerré el macuto y me senté a esperar la hora acordada. Había quedado con Samuel que al amanecer nos encontraríamos frente al centro comercial y desde allí saldríamos su grupo y yo hacia el lugar del que despegó el cohete alemán. Por suerte para mí, el lugar estaba a tan solo 1 minuto de mi refugio, así que no tendría problemas para llegar, y si por algún motivo descubría que el grupo de Samuel no era de fiar, sería fácil escaparme entre el caos de cajas, botellas y carritos de la compra del centro comercial.

A los primeros rayos de luz abandoné el refugio teniendo cuidado de no hacer ningún ruido. Bajé los escalones y revisé la vacía calle desde detrás de los buzones. Salí del portal, eché una última mirada al que había sido mi hogar y comencé la marcha hacia el centro comercial. Al llegar a la entrada principal me encontré con tres figuras humanas. Una de ella, la más alta me hizo un gesto con el brazo, era Samuel. Al acercarme pude ver el rostro de mis nuevos compañeros. Primero observé a Samuel, sus ojos juntos y marrones eran tal y como los recordaba. A continuación me fijé en la persona que estaba a su derecha, era un chico de unos quince años, con el pelo castaño, sucio y alborotado, y con un cierto parecido físico al de Samuel. Por último miré al tercer futuro compañero. Era un joven de unos veintitantos años, muy corpulento, más bien gordo, con unas gafas enormes de pasta negra, las cuales no paraba de colocarse con el dedo mientras leía lo que parecía ser un comic roñoso.

-¡Hola!-Dijo Samuel.

-¡Hola!

-Este es Jacob, mi hermano y Dany mi mejor amigo.

-Cuando hablaste de un grupo pensé en un grupo con más gente y más...  a vuestro lado Pokito parece un perro feroz, temible e incluso yo creo que un poco más alto.

-Sí, pero este pequeño grupo descubrió lo de la nave espacial y le necesitas si quieres llegar al punto de despegue. –Dijo Samuel mientras miraba a sus amigos con una sonrisita prepotente.

-Vale, está bien. Salgamos de este sucio centro comercial, siempre me ha dado grima este sitio.

-Antes de irnos debemos entrar y buscar ciertas cosas para acampar, nosotros no tenemos ni una simple tienda, ¿tu si?

-No. Tengo un saco, pero creo que una tienda vendrá bien. Si no hay más remedio entraremos pero no hagáis ruido, hay mucho loco por ahí suelto.

Los 4 entramos por la descolgada puerta corredera del centro comercial. El interior estaba oscuro y tuvimos que encender las dos linternas que llevábamos. Una iba a pilas y a veces se apagaba. Estaba oxidada y las pilas no hacían buen contacto. La otra se accionaba al mover una manivela, era útil porque no necesitaba pilas pero el que la llevaba acababa con un pequeño dolorcillo en los dedos.

-Creo que las cosas de camping están en la segunda planta.-Dijo Jacob susurrando.

-Subamos por las escaleras mecánicas.-Respondió Samuel.

Tras subir los corroídos y enormes escalones inmóviles de la escalera mecánica, llegamos al departamento de ocio y tiempo libre. Entre bicicletas sin ruedas y una mesa de billar sucia que alguien había utilizado de cama, encontramos un maniquí sin cabeza y con ropa de montaña. En el suelo yacía su mano rota que aun sujetaba un cuchillo estilo militar. Lo cogí sin que me vieran mis tres amigos y lo guardé en mi mochila. Nunca se sabía cuándo una chica podría necesitar defenderse.

Rebuscamos entre cajas vacías durante una hora. No quedaban camping gas, ni linternas o cantimploras. Pero Dany encontró una tienda de campaña. Era de las pequeñas, pero suficiente para resguardarnos del frio y la lluvia. Jacob sacos de dormir y yo varias botas de montaña que nos pusimos inmediatamente, aunque nos quedaran grandes.

-Ya está, es lo único que hay.-Dijo Jacob.

-Pero no tenemos ni una luz, ni una radio. Tenemos pocas cosas para un viaje tan largo.-Respondió Samuel.

-Podemos intentarlo en el departamento de juguetes.-Respondió Dany.

Todos le miramos con ojos de asombro.

-¿Juguetes?-Preguntó Samuel.

-Sí, juguetes.- Exclamó Dany entusiasmado.- Siempre hay linternas de Spiderman o Walkie talkies de Bob Esponja.

-Es buena idea Dany.-Afirmé decidida-. Vámonos al departamento de juguetes.

Nos encontrábamos en un pasillo largo, oscuro y frio, rodeados de tenebrosos muñecos mirándonos con ojos psicópatas. A pesar de lo tétrico del lugar no tuvimos más remedio que rebuscar entre los juguetes.

-Aquí he encontrado un Walkie.-Dijo Dany.

-¿Y qué tal esto? –Preguntó Jacob mientras nos mostraba un juego de hacer experimentos-. Pone que lleva una bombilla, quizás nos dé luz.

-A mí me parece bien. Yo voy a buscar entre las Barbies, puede que encuentre algo.

Miré el stand de Barbie. Era de un bonito y cálido rosa, las baldas estaban descolocadas y las cajitas de muñecas estaban abiertas. Yo cogí una de ella, llevaba un vestido rosa y una corona de princesa. Era triste pensar que ya nadie jugaría con ella, apenas quedaban niños y los pocos que quedaban preferían sobrevivir a jugar a las muñecas. Algo interrumpió mis pensamientos. Era un grito. Ya no estábamos solos.

-Quiero toda la comida que tengáis.-Gritó enfurecido un hombre con barba mientras sostenía entre sus manos una afilada arma.-Y más vale que el chucho se esté quietecito si no queréis que me lo meriende.

-Le daremos todo.-Respondió la voz temblorosa de Dany.

-¡No!-Dijo Samuel mientras sujetaba a Dany de su intento de quitarse la mochila.-Necesitamos la comida.

-Entonces creo que os mataré y luego os quitaré la comida.

El hombre empezó andar, acercándose a nosotros, empuñando su afilado cuchillo con fuerza. Éramos cuatro contra uno y aun así ninguno sabía qué hacer. Entonces me miré las manos, aun sostenía la muñeca Barbie con su bonito vestido entre mis dedos  y casi sin pensar, la lancé a la cara del hombre. Este se tambaleo un poco, contrariado.

-¡Corred!-Grité.

Ninguno paró de correr hasta encontrarnos a varias manzanas del centro comercial. Por suerte habíamos escapado. Descansamos un rato, repartimos en las mochilas los objetos encontrados en el centro comercial e iniciamos la marcha hacia nuestro destino.  

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