miércoles, 2 de noviembre de 2011

Introducción



Aún recuerdo como empezó todo, como el mundo que conocía cambió para convertirse en hambre, pobreza, caos, muerte y desolación. Ya no quedaba nada de aquel magnifico y alegre planeta tierra cimentado por una economía consumista y especulativa, y dirigido por unos políticos corruptos, con tal ansia de poder y de dinero que no les importaba llevar a la más absoluta bancarrota a su amado país. ¿Qué ocurrió? Realmente nadie lo sabe con seguridad, se tienen indicios de lo que pudo haber pasado aunque eso ya da igual.

Todo comenzó con la disolución de la Unión Europea, nadie podía imaginar que aquello acabaría con el mundo pero así sucedió. Los países más ricos creían que podrían hacerle frente a la crisis mundial y que la disolución de la Unión Europea les traería beneficios pues ya no tendrían que ayudar o rescatar a economías arruinadas o inferiores a las suyas, pero se equivocaron. Los países más pobres les arrastraron a la ruina y no solo a los países Europeos, también a los del resto del mundo que a duras penas intentaban paliar la crisis ya existente.

Con el fin de la flamante Unión el Euro dejó de tener valor y los países más pobres se quedaron sin moneda con la que pagar a otros países e incluso a sus propios ciudadanos, el coste que tenía recuperar su antigua moneda de cambio era demasiado para ellos y la gente volvió a los intercambios de comida, ropa y otros objetos como si se tratase de la prehistoria. Aquello dificultó las exportaciones y las importaciones a nivel mundial. Los movimientos de ciudadanos indignados que ya se habían formado durante el comienzo de la crisis tampoco ayudaron a la situación. Lo que comenzó como marchas pacíficas y huelgas de trabajadores para reivindicar mejores condiciones laborales y económicas se transformó en saqueos. 

Recuerdo como los pocos que aun teníamos trabajo rezábamos antes de salir de casa para que el autobús en el que viajábamos no fuera uno de los autobuses apedreados y volcados por las oleadas de personas desbocadas que iban destruyendo todo a su paso. Pronto ese problema terminó para mí, un día ya no tuve que ir al trabajo y lo mismo les ocurrió a los demás. Sin dinero y sin trabajo todos tuvimos que robar o coger prestado comida y ropa. Los televisores 3D, los teléfonos móviles, los ordenadores, los coches, las joyas, no tenían ningún valor en aquel nuevo mundo que se había implantado.

Yo vivía sola  o casi sola, atrincherada en la que un día fue la casa de mis padres, ellos habían muerto en uno de tantos saqueos de mi ciudad. No había luz, ni agua corriente pero al menos tenía un sitio donde dormir y esconderme de los demás. Las personas ya no eran de fiar, si uno quería vivir era mejor estar solo. Solamente salía de casa con el amanecer, eran las mejores horas de todo el día, apenas había gente en las calles y la luz era muy tenue así que podía esconderme entre los cartones y coches volcados con facilidad, buscar algo para comer y volver a casa sin ser vista.

Mi única compañía era Pokito mi perro fiel. Era un mestizo de Pomerania de unos 6 Kg de peso y a pesar de su pequeño tamaño no dudó nunca en salvarme de los indeseables con los que topaba. No sé qué había sido de mi sin Pokito, quizás estaría muerta en algún callejón, apilada junto a unos cuantos cadáveres putrefactos o quizás algo peor.

Un día todo cambió, tome una de las más importantes decisiones que he tomado jamás. Pensé que me arrepentiría de aquella determinación pero no fue así, fue lo mejor que pude haber hecho. Para mí aquel día fue el primero de la nueva forma de vivir en la tierra, el primero del futuro y por eso aquel día comencé a escribir el diario del futuro.

2 comentarios:

  1. Interesante. Escribes bien. Me gusta la historia.

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  2. Gracias, te animo a disfrutar de los demás capítulos de Diario del Futuro.

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