Treinta segundos, solo treinta pero fueron los más largos e
incomodos de mi vida. Un silencio áspero, molesto como un picor en la garganta
de esos que pinchan y aguijonean la faringe preludio de un mal mayor, dominaba
el ambiente. El entorno pareció unirse aquel incomodo mutismo, indicándome que
él también estaba descontento con mis últimas palabras. Ninguna hoja se
arremolinaba por el viento. Ningún animal se movía, cantaba, gruñía o emitía
sonido alguno. Silencio. ¿Quizás el instinto esta vez me había fallado? Solo
quedaba esperar la reacción de Jared y sabríamos si nos traicionaba.
Una bocanada de aire fresco rompió el momento e hizo
despeinar mi oscuro flequillo. Jared fijó su mirada en el breve ondular de mi
pelo y con una voz suave y dura al mismo tiempo me habló:
-Sabes que debemos contárselo a Oleg. Si está infectado debe
estar apartado de todos nosotros.
-¡No está infectado, está enfermo!-Grité muy alterada, mi
instinto había fallado.
-Es lo mismo.-Me contestó mirándome fijamente a los ojos.
-No lo es. Además de complejos e incurables virus que
vuelven a la gente en una especie de zombis también existen las simples y
mundanas gripes.
-Dany no tiene una gripe. Está lleno de heridas. ¿O crees
que no me he dado cuenta de sus vendas?
-Llevas razón no tiene la gripe. Sus heridas son la causa de
encontrarse enfermo pero ya está todo solucionado.-Titubeé-. Y Ramírez dice…
-Ramírez es un estúpido que se niega en creer lo evidente.
-Soy biólogo y zoólogo, y por eso soy el más indicado para
decidir que le pasa a Dany y no un niño rico y malcriado que cree en
enfermedades que no existen.-Respondió Ramírez mientras pegaba un pequeño tirón
al parche de su ojo izquierdo.
-Estoy hablando con María, si quisiera hablar con un
descerebrado y simple militar, hablaría con el capitán que al menos es el de
mayor rango.
-¡Ya esta bien!- Dijo el capitán Bradley abalanzándose sobre
él y sujetándole por el cuello-. ¡Estoy harto de tu arrogancia!-Bradley apretó
más fuerte el cuello de Jared mientras este emitía un ruido de asfixia-. Desde
ahora vas hacer todo lo que yo te diga, empezando por pedir perdón, si no quieres que este descerebrado y simple
militar te deje tan malherido que suplicaras por tu muerte.
Bradley dio un empujón a Jared, soltándolo de mala gana.
Este cayó de rodillas al suelo por el impulso. Jared se levantó despacio
acariciándose el cuello para después mirar el capitán y emitir una sonora
carcajada.
-¡Lo mato!- Gritó el capitán mientras se abalanzaba sobre
él.
Jared y Bradley se propinaban fuertes puñetazos por la cara,
el estomago, la espalda…
-¡Quietos! –Grité.- ¡Estaros quietos!-Pero no pararon.
Bradley malhería el rostro de Jared con terribles derechazos
mientras el otro respondía con sucias y traicioneras patadas al estomago. A
pesar de que la lucha no parecía tener fin, la fuerza y la formación del
capitán le hacían superior y Jared cayó desmayado por un enérgico gancho de
Bradley.
-¡Para por favor!- Chillé al capitán mientras le sujetaba de
su intento de seguir golpeando a Jared en el suelo-. Por favor.- Le dije
mirándole a los ojos.
El capitán se apartó escupiendo en el suelo un poco de
sangre, tenía el labio roto.
Me acerqué al cuerpo inmóvil de Jared para comprobar como se
encontraba. Un hilillo de sangre le corría por la cara, su ceja izquierda, su
pómulo derecho, la barbilla y la nariz no habían quedado en muy buen estado.
-¡Jared! –Le llamé.- ¿Estas bien Jared? –Pero al ir a
agacharme este despertó y se incorporó.
-Sois un par de estúpidos. No pienso tolerar más peleas,
bastante tenemos con estar aquí encerrados y lidiar con Oleg para que nos
peleemos entre nosotros. Si esto vuelve a ocurrir, creedme cuando os digo que
os dejaré en este asqueroso planeta.
Ambos asintieron y permanecieron en silencio.
-¡Viene Oleg! -Me informó una voz, en pocos minutos este se
encontraba frente a los barrotes de la jaula.
-¡Vaya! ¡Vaya! No controlas muy bien a los tuyos María.
-Ha sido un pequeño malentendido.
-Pues la cara del pijo americano no dice lo mismo.-Respondió
Oleg riéndose.- He venido para invitarte a la autopsia del que intentó
devorarte.
-No me la perdería por nada en este mundo.
A los veinte minutos me encontraba en la sala de autopsias,
mirando como sedaban al individuo que días antes intentó comerme, para
realizarle la supuesta “autopsia” aun estando vivo.
-Ves como se le acelera el ritmo cardiaco cuando ha notado
el crujir de sus costillas al abrirle la caja torácica.-Sonrió Oleg. Estaba
disfrutando con aquello.- Pero tranquila que no siente ningún dolor, no
queremos que se desmaye o fallezca antes de lo previsto.-Volvió a sonreír.
-Claro.-Le respondí.
Un mezcla de tripas, sangre y otras sustancias que no sabría
definir, llenaban el agujero del estomago del paciente. De inmediato retiré la
mirada, unas tremendas nauseas se habían apoderado de mi. Mientras yo trataba
de mitigar las nauseas observando el mobiliario de la sala, los médicos
relataban los pasos realizados en la “autopsia”:
-Incisión en el hígado.
-Introduciendo sonda.
-Tomando muestra del pulmón derecho.
-Pinzando el nervio fantasma.
-¿el nervio fantasma?- Pregunté sorprendida.- No recuerdo
que en el colegio me hablaran de ese nervio.
-Y no lo
hicieron.-Respondió Oleg.- Lo llamamos así porque
no debería estar ahí pero está.
-No lo entiendo.
-Solo los seres infectados poseen ese nervio que sale del
cerebro y recorre todo el cuerpo. –Oleg hizo un gesto a uno de los doctores y
este nos mostró una serie de terminaciones nerviosas rojizas que atravesaban el
pecho del paciente.-Lo puede ver aquí con claridad.
Me acerqué con curiosidad.
-Pero si los infectados tienen esa cosa por todo el cuerpo
ya podemos saber quien está infectado y quien no.
-También pensamos eso cuando lo descubrimos pero es
indetectable en los escáneres y su
distribución por el cuerpo es tan compleja que solo cuando abres al paciente en
canal como en esta autopsia puedes verlo. Sedar a todo el mundo y someterles a
una peligrosa cirugía para comprobar quien está infectado y quien no, es mi último
recurso.
-¿Alguien podría
realizar una autopsia a un infectado y no darse cuenta de ese nervio
fantasma?-Pregunté nerviosa.
-Claro que no. Si alguien sabe realizar una autopsia es que
conoce muy bien el cuerpo humano y sabría en seguida detectar que esas
terminaciones nerviosas no deberían estar ahí. Incluso usted sin poseer conocimientos
médicos creo que se da cuenta al verlo con sus propios ojos que esa cosa está
fuera de lugar.-Oleg señaló con la mano el cuerpo abierto del infectado.
-Si, lleva razón, hasta yo sé que eso no debería estar ahí.
-Entonces, ¿por qué me ha preguntado eso?
-Para estar segura.-Respondí muy seria mirando al suelo.
-¿Segura? ¿De qué?
-De quien es el infiltrado en mi grupo.-Levanté la cabeza y
miré a Oleg-. Ya se quien es.
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